Dietética y nutrición

Dietética y nutrición


Es curiosa esta época que nos ha tocado vivir. No hace más de cincuenta años, los alimentos daban problemas a las personas que carecían de ellos. Tener o no tener, esa era la cuestión. Este fenómeno era generalizado en la mayoría de los países y culturas.

En la actualidad, los ciudadanos de nuestro país vivimos una situación de enormes contrastes. La gran mayoría de la población tendrá problemas derivados de la manera que tiene de alimentarse. Estamos por encima de nuestro peso, nunca terminamos las dietas, tenemos que controlar la comida porque engordamos y en las situaciones extremas, sobre todo los más jóvenes, sufren enfermedades como la anorexia o la bulimia.

¿Por qué no me gustan esas comidas?

Si repasamos culturas diferentes a la occidental, encontraremos múltiples alimentos que nos resultan exóticos, extraños e incluso asquerosos y nauseabundos. Algo parecido les sucede al resto de las culturas.
Compartimos la cultura, las recetas, la forma de elaborar los platos, los mismos alimentos, los condimentos similares pero si probamos la comida que se cocina en cada familia el resultado final es distinto.
La comida es el resultado del aprendizaje, cuando más joven es una persona, mayor influencia tiene el aprendizaje familiar. Aquello que hemos probado, degustado y saboreado desde la infancia, ha educado nuestro paladar.

La comida puede ser una buena razón para disfrutar. Simplemente hay que pensar en ello.
El placer no está en los grandes atracones ni en la cantidad de comida ingerida. La enorme variedad en la elaboración de los alimentos es la riqueza de la comida.
Utiliza el riesgo y el atrevimiento. El huevo frito con patatas está buenísimo, pero, también existen otras opciones.
Es lógico que tengas manías, esto no es malo ni bueno. Claro, si le tienes manía a todos los alimentos, ten en cuenta que algo raro pasa. No sólo de bocadillos vive el hombre (o la mujer).

¿Por qué los alimentos nos engordan?

Para conocer las razones por las que ganamos o perdemos peso tenemos que formular una ecuación. No es necesario ser un experto en matemáticas para resolverla, es suficiente con organizar las variables que influyen en el peso. Son cuatro:
La cantidad de comida que nos zampamos.
Las calorías o el aporte de energía que tiene cada uno de los alimentos. Todos conocemos esas tablas de alimentos, donde averiguamos que las calorías que aportan cien gramos de lechuga, son casi diez veces menos, que las calorías de cien gramos de almendras fritas.
La actividad diaria que realizamos, es decir, el gasto de energía.
El metabolismo de cada persona.

En la mayoría de la gente joven las dos variables más influyentes son: la cantidad de alimentos y las calorías de los alimentos. Estas dos se relacionan con nuestro estilo de vida. Porque, claro, los horarios de comidas, la cantidad de comida y las comidas preferidas son el resultado de nuestro aprendizaje.

Por tanto, nos miramos a un espejo y, salvo motivos de enfermedad, el volumen que nos devuelve está muy relacionado con estos dos aspectos. Si decidimos que vamos a cambiar, nuestro objetivo estará en modificarlos.

No debemos olvidar que si somos unas marmotas, que arrastramos nuestro cuerpo y no damos "palo al agua", no gastaremos energía. Aunque nuestra comida sea moderada, la tendencia será a acumular energía en forma de grasa. Vamos, que cogeremos algunos kilos de más.

Pon en marcha tu curiosidad, y averigua el número de calorías que tienen los alimentos que comes con mayor frecuencia.
Si te llevas la sorpresa de que tienen todos muchas calorías, intenta probar otros diferentes.
Evita realizar muchos cambios a la vez. Tu costumbre está sedimentada después de muchos años, para introducir cambios hay que realizarlos de manera lenta y progresiva.
Manténte en movimiento, realiza una actividad física de manera regular. Te ayudará a encontrarte mucho mejor.


¿Existen las dietas mágicas?

No. Ya lo hemos dicho, la alimentación está muy cerca de las matemáticas y se confunde con el estilo de vida de cada uno de nosotros.

La moda nos exige estar muy delgados pero, además, nos impone estar haciendo dieta. Todos conocemos a muchas personas que han realizado una dieta, la están haciendo o la van a comenzar después de las próximas fiestas.

Nos proponemos perder peso, la primera semana solo podemos comer morcillas y chorizos. A la semana siguiente sólo nos permitimos comer pollo frito. Y la siguiente, sólo judías verdes. ¡Un auténtico disparate!. Nuestro cuerpo sufre tantas agresiones, que decide no tener hambre, se niega a continuar con barbaridades y deja de emitir las señales del apetito. Tiene que sobrevivir a las barbaridades y prefiere consumir de sus reservas (la grasa acumulada) antes que permitir nuevas injurias.

Entonces perdemos peso. Pero, ¿durante cuánto tiempo?, Porque pasan algunas semanas, o unos meses, y como no hay persona cabal capaz de comer con tanta extravagancia durante mucho tiempo, poco a poco vamos recuperando nuestro hábito alimentario previo. Y de nuevo ganamos peso. Y nos sentimos a disgusto con nosotros mismos, por lo cual comemos más, y seguimos ganando peso.

Es fácil concluir, no existen dietas mágicas. Son, casi siempre, una trampa en la que deberíamos evitar caer.




¿Es posible comer sin engordar?

¡Claro! Es un disparate pensar de otra manera. La comida debe ser una fuente de placer y disfrute y tenemos que actuar con la suficiente inteligencia para evitar la penuria y el sufrimiento.

Algunas de las siguientes medidas son útiles para controlar esos quilos de más:

Debes conocer los alimentos que comes. La alimentación es una buena fuente de placer que merece la pena cuidar.
Las comidas no son inocentes. Unas aportan pocas calorías y otras muchas calorías. Selecciona un equilibrio entre ellas, con preferencia hacia las de menor número de calorías.
Atrévete a probar cosas nuevas. Con demasiada frecuencia demostramos correr pocos riesgos y no probamos platos diferentes. No permitas que tu alimentación sea triste y aburrida. No te comportes de manera conformista.
¿Cuántas veces engulles en vez de comer? No se trata de acabar el primero ni de terminar pronto. Porque de esta forma comerás mal, digerirás peor y encima, aumentarás de peso. Imagina un espejo delante de ti, en ocasiones, ¿pareces una máquina de mover una cuchara?.
Siempre picando, siempre mascando. Una napolitana, pipas, una chuchería, unas patatas fritas, o lo que pillemos. El resultado es un aumento en el número de calorías y, como resultado, el aumento de peso. Evita comer entre el horario de comidas, respeta un máximo de cinco al día.
Los nervios, la ansiedad y "las depres" los aliviamos con la comida. Cuando llegan las épocas de exámenes o en los períodos en los que estamos algo "chungos" devoramos. Es importante saber si esto te sucede, para escoger alimentos con pocas calorías.

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