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Cuando Constanza, Carmen y Marina decidieron inscribirse en el Cuerpo Europeo de Solidaridad y participar como voluntarias en un proyecto europeo, el coronavirus aún no ocupaba ninguna portada en nuestro país. A las tres les movió el interés por salir de su zona de confort, por vivir una experiencia nueva, por integrarse en una comunidad local distinta de la suya y mostrar su solidaridad; por aprender, enseñar y conocer otras realidades dentro de la Unión Europea. Desde el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Murcia, como organización acreditada para la acogida y envío de voluntarias y voluntarios en el marco de los programas europeos, las orientamos durante el proceso de búsqueda, les informamos sobre el Cuerpo Europeo de Solidaridad y llevamos a cabo, junto con sus organizaciones de acogida, los trámites administrativos necesarios para que hicieran posible su sueño. Así , Constanza viajó hasta Órleans, en Francia; Carmen se desplazó a Minsk Mazowiecki, Polonia; y Marina se sumó a un proyecto en Kokkola, Finlandia.
El proyecto de Marina fue, de los tres, el que empezó más tarde y el de menos duración. Bajo el título 'Proyecto Amistad' -'Project Friendship'-, y durante tres semanas, voluntarias y voluntarios llegados de diferentes países tenían que organizar talleres sobre la amistad en las escuelas de Kokkola y su entorno, así como en centros de servicios para desempleados y personas mayores. El objetivo del proyecto era evitar la soledad y brindar a las personas la oportunidad de desarrollar sus habilidades de amistad e interacción, con la ayuda de las voluntarias y voluntarios del Cuerpo Europeo de Solidaridad. La propia Marina nos explica cómo arrancó el proyecto: "La primera semana nos hicieron talleres a nosotros sobre la amistad, para conocernos mejor entre todos. Nos lo pasamos bastante bien y también tuvimos algo de tiempo libre para patinar sobre hielo y hacer otras actividades. Nos llevaron al teatro y vimos una obra para niños, que más o menos entendíamos por las clases de finlandés; otros voluntarios probaron el 'ice-swimming' y la sauna. La segunda semana fue cuando comenzamos a preparar los talleres que íbamos a realizar en colegios, residencias de mayores y otros programas con gente de 16 y 17 años".
El proyecto de Carmen en Polonía comenzó antes que el de Marina y se prolongará hasta finales de junio. Bajo el título 'Paso a Paso' -'Step by Step'-, ha reunido a nueve voluntarias y voluntarios de distintos países para organizar actividades basadas en el intercambio cultural en los colegios, jornadas de entretenimiento para niños y adolescentes en bibliotecas, intercambio de idiomas… Durante la primera semana, Carmen participó en unas jornadas de formación que reunieron en Varsovia a voluntarias y voluntarios europeos llegados a Polonia. Así nos lo relataba en su momento: "La verdad que estas jornadas están siendo muy divertidas, contamos nuestras experiencias en nuestras ciudades y hacemos talleres para conocer un poco más la cultura polaca". También nos explicó cómo estaba resultando el inicio del proyecto: "El ambiente en la asociación es genial; realizo actividades en diferentes colegios, bibliotecas y en la propia organización, y la casa proporcionada reúne todas las comodidades esperadas".
Por su parte, Constanza fue la que empezó antes y su proyecto es el de mayor duración. Con el título 'Informar y sensibilizar a los jóvenes sobre la movilidad europea y la interculturalidad' -'Inform and raise awareness of young people on european mobility and interculturality'-, nuestra voluntaria murciana tiene como objetivo desarrollar experiencias interculturales y encuentros entre jóvenes, informar sobre diferentes opciones de movilidad europea e internacional y crear nuevas oportunidades de movilidad. Al poco de llegar a Orleans, Constanza nos contó cómo habían sido sus primeras horas en Francia: "Hay muy buen rollo. Estoy muy contenta con todo: con mi habitación en la residencia, que tiene baño y cocina, y con la gente, que son bastante amables en muchos sitios. La ciudad es muy bonita. Y mi francés va volviendo poco a poco, eso es lo que más contenta me pone y hace que el hecho de que llueva me dé igual".
A finales de febrero, las noticias sobre la extensión progresiva del coronavirus fueron aumentando en intensidad, y desde el Servicio de Juventud nos pusimos en contacto con nuestras voluntarias para, aprovechando el habitual repaso a los proyectos y su desarrollo, interesarnos por su estado y ofrecerles fuentes oficiales de información sobre la epidemia. En todos los casos nos hicieron llegar su actitud de calma y la normalidad con la que se estaban desarrollando sus tareas. No hubo mayor novedad hasta que, en la segunda semana de marzo, los acontecimientos comenzaron a precipitarse, y lo que parecía un hecho lejano se metió de lleno en la Unión Europea.
Marina nos lo cuenta: "El primer día que íbamos a comenzar a trabajar, una hora antes, una chica estaba un poco mareada, y como tenían que avisar al colegio de que iríamos menos voluntarios, comenzaron a cancelarnos todos los talleres previstos; sólo pudimos trabajar con el grupo de jóvenes de 17 años que vino a nuestra organización. Fue muy bien y funcionó bastante, porque los jóvenes participaron y hablaron en las actividades. El fin de semana estuvimos en Rovaniemi visitando a Santa Claus de sábado a domingo y nos los pasamos genial, pero entonces decidimos regresar a Murcia, viendo situación en España". Su organización de acogida le facilitó el regreso, y cinco días antes del final del proyecto, Marina pudo volar de vuelta y sumarse al confinamiento en casa con su familia. Como conclusión, nos dice: "Todo ha ido muy bien y estaba bien organizado, aunque no hayamos podido hacer todo lo pensado por esta situación". También le alegra que, al haber llevado a cabo un proyecto de corta duración y estar dentro de la franja de edad, podrá buscar y sumarse a otro proyecto de larga duración en el futuro, y cuando la pandemia se dé por terminada.
La situación de Carmen en Polonia también cambió radicalmente en muy poco tiempo: "Con la aparición de casos de esta enfermedad en Europa, la comunidad polaca comenzó a estar un poco más temerosa de los extranjeros. Los colegios empezaron a anular actividades con nosotros alegando que los padres tenían miedo de que pudiésemos contagiar algo a sus hijos, a pesar de estar viviendo aquí desde enero. Aun así nosotros íbamos con toda la energía a los pocos colegios que aún nos lo permitían, sabiendo que probablemente pronto nos prohibiesen ir". Y entonces, como ha sucedido en otros lugares, las autoridades pisaron el acelerador: "Con apenas 30 casos diagnosticados de COVID-19 en Polonia, el gobierno decidió cerrar los colegios durante 15 días y esperar la evolución. En ese momento tuvimos que empezar a idear nuevas actividades, a enfocar diferentes temas a redes sociales e intentar mantener activa nuestra creatividad".
"Hasta ahora hemos realizado campañas sobre el Día de San Patricio con prendas verdes y letras en irlandés, el Día Mundial de Síndrome de Down con calcetines, juegos 'online' como el 'kahoot' sobre nuestras culturas, para animar a los vecinos a unirse a ellas…". Sin embargo, con una de sus iniciativas no hubo mucha suerte: "Realizamos el arco iris que en estos momentos decora tantos balcones en España, pero nuestra organización nos advirtió de que probablemente la comunidad local no lo apoyase, pues lo relacionan con el colectivo LGTB, y aquí es considerado una enfermedad… 'No creemos que los padres animen a sus hijos a hacer arco iris', nos dijeron". Carmen reflexiona al respecto: "Es una pena que esta situación se siga dando y que la Unión Europea lo permita. Además, la sociedad está aún más temerosa de los extranjeros; en el supermercado recibimos miradas, pasos acelerados cuando hablamos en un idioma que no es el polaco... No podemos culparles, es fruto del miedo, pero no podemos evitar sentir incomodidad". Una muestra más de lo importante que es la juventud, los proyectos europeos y el Cuerpo Europeo de Solidaridad para reforzar los valores de la Unión.
Para Carmen, volver en aquel momento fue imposible: "A las 48 horas del cierre de colegios, con apenas 65 casos confirmados de COVID-19 en Polonia, el gobierno decidió cerrar las fronteras. Nadie se esperaba esta decisión y con tan poco margen de acción desde su comunicado hasta el cierre total, que fue de 24 horas". Tras varias consultas, la Embajada de España en Polonia aconsejó a las voluntarias y voluntaros españoles permanecer allí. "Desde entonces nos mantenemos divididos entre la realización de nuestras actividades aquí, a la vez que estamos pendientes de las noticias de España y las actualizaciones de la Embajada. El resto de compañeros intentan volver a sus países, con el equipaje hecho, y lo único que puedo hacer yo es despedirme de ellos y permanecer aquí hasta que sea seguro volver a casa". Desde entonces, Carmen prosigue con su proyecto desde el confinamiento de su casa polaca y se ha sumado, como tantos millones de jóvenes, al teletrabajo. La única manera de proteger a los demás y a sí misma.
"En Francia se han impuesto medidas muy estrictas para la cuarentena: nos hace falta un papel que nos autorice a salir por una razón de peso, y ahora el máximo tiempo que se puede estar fuera de casa es una hora y en un radio de como máximo un kilómetro desde tu lugar de residencia", nos explica Constanza. Reconoce que el coronavirus no le asusta personalmente: "Me siento sana y protegida de alguna manera; lo que más me preocupaba era que se cancelara mi proyecto y tuviera que volver a España, pero afortunadamente no ha sido así". Sin embargo, ha tenido que convencer a los suyos: "Desde el primer momento mi familia me decía que volviera, pero yo insistí en quedarme porque disfruto demasiado de mi independencia aquí". Ante las preguntas del Servicio de Juventud al respecto de si se mantiene en contacto con su familia, nos tranquiliza: "Sí, estamos en contacto, si no todos los días, casi todos". Para el Ayuntamiento de Murcia es importante transmitir a las voluntarias y voluntarios la importancia de la comunicación con sus familiares; la misma situación no se vive igual desde el punto de vista del que está aquí con respecto al de quien se ha ido fuera.
Sobre la manera en la que ha reaccionado su país de acogida, Constanza opina: "La gente aquí tardó en responder, como en España, en hacerse a la idea... en general. En París los mercados al aire libre seguían abiertos hasta hace dos días, para que te hagas una idea, y estaban llenos de gente mayor comprando, incumpliendo todas las recomendaciones". Pero en Orléans Constanza cree que la gente "se lo está tomando bastante en serio". "Yo he salido dos o tres veces para ir a comprar, pero no he visto a casi nadie en la calle. Hay policía, y la multa que te ponían de 38 euros ahora ha subido a más de mil. Espero que esta situación se pase pronto".
Y sobre cómo se ha adaptado su organización de acogida y su proyecto al nuevo escenario, Constanza nos explica: "La cuarentena en Francia empezó el martes 17 de marzo. El día anterior nos reunimos los voluntarios con el Centro Regional de Información de Jóvenes de Orléans (CRIJ) para hablar de la situación. Somos cuatro voluntarios, de los cuales uno ha decidido volver a casa y tres hemos decidido quedarnos en la residencia. La gente de la asociación en la que trabajo, ASELQO, ha dejado de trabajar, ya que sus contratos están suspendidos, pero el mío lo lleva la Comisión Europea -Cuerpo Europeo de Solidaridad-, y por lo tanto no tiene nada que ver. La semana pasada fue de adaptación a la nueva situación, a las restricciones, las medidas, la policía... Luego tuvimos una reunión por videoconferencia con nuestra tutora de CRIJ y discutimos sobre cómo podemos hacer avanzar nuestros proyectos a distancia. Organizaremos cafés lingüísticos, talleres sobre el Cuerpo Europeo de Solidaridad, quizá un karaoke... mediante Zoom, una aplicación que permite hacer videoconferencias. También estamos organizando una actividad que se llama Vrai Du Faux, que consiste en recopilar noticias, verdaderas o falsas, para que los jóvenes aprendan a investigar en internet sus fuentes y decidan con sentido crítico".
De este modo afrontaron y viven el nuevo escenario Marina, Carmen y Constanza. Las dos últimas siguen desarrollando sus proyectos con la adaptación que imponen las circunstancias, pero con la esperanza de que todo quede bajo control muy pronto y poder terminar sus estancias con la misma normalidad con la que empezaron. Mientras, desde el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Murcia seguimos en contacto con ellas y les mostramos, una vez más, el reconocimiento que merecen por haber decidido sumarse al Cuerpo Europeo de Solidaridad, un programa necesario que seguirá apoyando a la juventud europea en los próximos años.